Relatos de sueños y vidas pasadas

23 de enero de 2016


¿Nunca han tenido sueños tan reales que sin importar los años que pasen tu mente los ha posicionado entre los hechos más trascendentales dentro de tu vida? Yo tengo dos, los cuales parecen entremezclarse con ciertas actitudes de mi persona que no sé cómo explicar.

1. Una especie de reminiscencia con tintes lúgubres sobre un tiempo que no quiero recordar y que generan en mí un rechazo a la idea de pisar suelo europeo, especialmente suelo londinense. El Reino Unido, amado por tantos por su rica cultura ligada a un mundo literario que marcó grande etapas de la historia de la humanidad, aquel lugar que al parecer casi todos sueñan con visitar, es para mí un lugar de los más lúgubres en los que puedo pensar.

2.Mis esporádicos dolores de la rodilla derecha que parecen querer siempre recordarme un hecho que preferiría olvidar. Punzantes y molestos.

Dos hechos puntuales en mi vida que parecen estar relacionados a memorias

Son dos memorias que parecen tatuadas en mi piel y en mis recuerdos sin posibilidad de desaparecer prontamente. 

Me persiguen. 
No puedo escapar.
Me marcan.
Son parte de mí. 


DOS HISTORIAS DE UNA VIDA QUE (tal vez) FUE
separador


I.
La boda 
Londres, 1940.

Era época de bombardeos y si había algo que podía afirmar sin temor a equivocarme era que odiaba esta ciudad. En ruinas, triste y famélica. Pintarla solo requeriría de una paleta de grises y colores rojizos para aquellas noches en las que el fuego parecía querer consumirlo todo.  Olía a humo y a cenizas, un olor que no hacía más que revolver mis entrañas y odiar a aquellas máquinas metálicas que surcaban los cielos. Las calles estaban llenas de escombros rodeados por esqueletos de lo que alguna vez fueron bonitas casas, llenas de buenos recuerdos que nos eran arrebatados día tras día sin compasión alguna.

Caminaba por una calle lúgubre con muros caídos. Sorteaba obstáculos y hacía crujir el piso a mi paso mientras me dirigía muy seguro a mi destino. En el camino me cruce con restos de un espejo que milagrosamente había sobrevivido. "Bien por ti amigo" Pensé mientras me acerqué a verme en él. Vestido impecablemente, con un terno a medida y una sonrisa en mi rostro me percaté que estaba listo para mi boda. Deseaba esto con toda mi alma, deseaba verla lo antes posible y decir un sí que sellaría nuestros destinos para la eternidad. No importaba que la vida en esta ciudad fuese una reverenda mierda o que fuese a partir prontamente con un uniforme militar que me aprisionaba y condenaba.

Una iglesia que parecía haber resistido valientemente el terror que la acechaba cada noche, una figura vestida de blanco a la distancia se robó totalmente mi atención.

Cuánto la amaba.

Sabía que era una locura. Mi futuro era incierto y mi vida realmente pendía de un hilo demasiado frágil como para poder ignorarlo. No quería hacerle esto. Irme y no volver, dejarla esperando a un ser que podría desaparecer tal entre ruinas y escombros, entre aquel humo que no hacía más que tragarse poco a poco todo lo que alguna vez nos había importado. Había sido su pasado, era su presente y quería ser su futuro, aunque este en realidad no existiera para mí. ¿Era realmente justo para ella? ¿No estaba siendo egoísta? ¿No debería simplemente dejarla ir para no mermar su libertad luego de mi muerte inminente?

Pero mientras iba acercándome a la menuda figura vestida de un un blanco inmaculado todo pareció quedar en blanco. Era feliz. Era feliz de casarme con ella. Nada importaba ya, solo quería besarla y olvidarme de todo. De la guerra, la soledad, el olor a humo y cenizas. Me acerqué lentamente para levantar su velo y ver ese rostro que tanto bien me hacía.

Me desperté.



II
La cueva
Sin fecha ni lugar
Dolor.

Me sentía de lo mil demonios. Estaba acostado sobre mi espalda mientras miraba absorto las frías y húmedas paredes rocosas de la cueva donde me encontraba. Olía a humedad y tierra, olores que no hacían más que recordarme lo jodido que estaba. Intentaba olvidar el dolor de mi pierna izquierda, la cual no alcanzaba a observar pues cualquier esfuerzo de mi parte, por más pequeño que fuese hacía que el dolor punzante me hiciese retorcerme,

Sentí un sonido en la distancia, unos pasos acercándose a mí y prontamente unos grandes ojos azules mirándome fijamente. Era una mujer joven de tez bronceada que parecía querer decirme que todo saldría bien aunque, muy en el fondo, sus ojos solo destilaban compasión.

Mis ojos, que parecían no querer despegarse de su figura, captaron un destello. Detrás de su espalda sacó un cuchillo de caza. "Va doler"murmuró mientras sus grandes ojos me miraban compasivamente  "Lo siento mucho." — Un dolor agudo atravesó todo mi sistema nervioso y prontamente comprendí lo que estaba pasando. Mi pierna izquierda ya no era más que un pedazo de carne rancia que ya no servía y ese cuchillo de caza serviría para extirparla de mí. Mientras sentí como la carne era desgarrada, mis cuerdas vocales se rasgaron para dejar salir un grito escalofriante.

Dolor.



Me desperté.

Sudando y con un dolor en la pierna que hasta ahora no se quita.

1 comentario:

  1. Me gustó mucho la lectura.
    ¡Haces muy buena selección de imágenes!

    ResponderEliminar