Memorias y Viajes : Cajamarca

26 de enero de 2016


Probablemente Cajamarca, uno de los departamentos más pobres y estigmatizados del Perú, sea el lugar que más me gusta de este país donde me tocó nacer. Lindos paisajes, hermosas personas, un clima agradable y una cultura rica. Esto se entremezcla con una triste realidad llena también de conflictos sociales por el medio ambiente (enraizado en la presencia minera en la zona que han generado más de un muerto, miles de heridos, paralizaciones nacionales y demás). Todo esto hace de Cajamarca un departamento bastante relegado de la dinámica del "desarrollo" planteado por el Estado y un lugar que llama mucho mi interés tanto desde mi profesión como desde mi parte humana..

Animo a todos a pasarse por este departamento para toparse con una realidad bella e inquietante a la vez. Es triste y creo que no se puede entender el problema desde una distante ignorancia. Vivir con la gente te hace dar cuenta de que lo que puede parecer ilógico desde una perspectiva capitalina y de clases acomodadas, a veces tiene más sentido de lo que uno cree cuando uno mismo vive el día a día de las personas o conoce sus historias y tragedias. Hay racionalidades interesante detrás de lo que muchos suelen creer que son cosas de "salvajes" o gente "ignorante".

Viajar me parece un sinónimo de aprender. Los viajes vivenciales, los que no están en el cronograma de la agencia de turismo, son los que más te enseñan. Personalmente me encanta la naturaleza, mucho, demasiado, tanto que me asusta. Me gusta contemplarla, simplemente estar allí, vivirla. La paleta de colores tan variados que el cielo te proporciona, los verdes, amarillos y marrones de las campiñas, el ritmo lento y acompasado de la vida en aquellos lugares alejados de la convulsionada ciudad y los saludos desinteresados de la gente alrededor. El salir de la capital y caer en estos espacios logran realmente sacar lo mejor de uno. Comer en la casa de una señora que humildemente te ofrece un plato de comida, hablar con los niños de una escuela prácticamente perdida en la nada, caminar por aquellos caminos solitarios sin un destino establecido.

  

He ido 2 veces a Cajamarca, en viajes que han durado casi un mes de estadía. Me han pasado varias cosas, desde experiencias bastante agradables, hasta experiencias incómodas que preferiría olvidar. Les contaré un par de ellas.

I
La otra
Esta es graciosa. Recuerdo que estábamos de regreso a la capital del departamento luego de una estancia en Chota. Un ingeniero nos había llevado en su camioneta, a mi jefe y a mí, y por ello llegamos bastante entrada la noche a nuestro destino. 

Mi jefe me dijo que quería a pagarse él mismo su estadía por esta noche en un hotel mucho más caro de lo que la empresa podía pagar, del cual su hermano era socio. Como no sabía si tendrían habitaciones, dado que no había hecho reservación, me dijo que primero lo acompañara y dependiendo de lo que le dijeran o se iba al hotel donde la empresa reservó conmigo o se instalaba en el hotel más lujoso y ya luego me acompañaba a registrarme al hotel que correspondía, pues era muy de noche.

Cuando llegamos entramos a la sala de estar de este hotel, que era fastuosa por cierto, y yo me senté (prácticamente me desparramé) en uno de los sillones cerca a la recepción, pues me moría de sueño. Al poco rato llegó el encargado de hacer el check-in y mientras mi jefe hacía el trámite para pagar la habitación, el sujeto se empezó a indignar mientras me miraba. Yo no entendía muy bien que estaba pasando hasta que escuché claramente como el encargado casi gritaba:

- "Claro que tenemos la misma habitación que la vez pasada que vino pidió pero con su ¡E-S-P-O-S-A!" - Dijo esto mientras me miraba fijamente. Evidentemente el sujeto creía que mi jefe estaba engañando a su esposa conmigo y él, dignamente, no iba a permitir que 1. El me estuviese engañando sobre su estado civil 2. Que de ser yo la "otra" por lo menos supiese que él sabía que eramos unos indignos.

Creo que mi jefe se dio cuenta y aclaró la situación, o qué se yo, pero me reí demasiado. Nunca olvidaré la mirada acusadora del sujeto.

Pueblito al que nos costó mucho llegar. Parecía desierto pero el presidente nos ayudó a reunir a gente, que iba llegando desde arriba de las montañas. 

II 
Confesiones inesperadas

Había llegado a un caserío, en el cual tenía que conversar con las autoridades competentes y hacerle las preguntas referidas a mi trabajo en la zona (sobre el agua). Estaba sola en esa ocasión y me preparaba para ese momento en que el problema de género se vuelve más evidente. Todas las autoridades normalmente son varones, al igual que todos aquellos que te hablan o encuentras para entrevistar. Las mujeres en zonas rurales andinas tienen una actitud bastante reservada e, inclusive siendo yo mujer, muchas siempre se han negado a hablar conmigo. Y de aceptar casi ninguna me ha hablado mirándome a los ojos o si quiera se ha dignado a seguir la conversación más allá de lo necesario. "¿No quiere mejor hablar con mi esposo señorita?" "Mi esposo ya llega, mejor espérelo a él" Entre varias otas excusas para tratar de evitar hablar conmigo son comunes.

Hacer trabajo de campo siendo mujer requiere de ciertas consideraciones que mis compañeros varones en realidad no tienen y si bien puede ser beneficioso en varias ocasiones (tienden a ser más considerados con la seguridad de una, por ejemplo), algunas de verdad llega a volverse creepy (No te hablan a ti, sino al hombre que te pueda acompañar; a veces tienden a malinterpretar la cortesía y te lanzan indirectas incomodas; etc). Uno tiene que aprender a manejar estas situaciones

En Cajamarca me pasaron varias cosas en este aspecto. En los colegios secundarios (Especialmente en colegios de las partes más altas, donde además había más cantidad de varones que de mujeres) sentir la mirada constante de los jóvenes sobre mí, mientras me llamaban por mi nombre con risitas como si en su vida hubiesen visto una mujer, fue desesperante. Hombres casados, yo misma habiendo conocido a sus esposas segundos antes, dado insinuaciones fuera de lugar que realmente me ponían incómoda o un chico al que le pagaba por llevarme en motocicleta a los caseríos cercanos el cual un día "desvió su camino" para llevarme a pescar y pasear por no sé dónde, lejos de la civilización sin siquiera avisarme antes, lo cual como comprenderán casi me da un ataque cardíaco.

En uno de tantos caseríos que visité me pasó que la familia del presidente de la comunidad hizo que el ¿sobrino? de no sé quién prácticamente me propusiera matrimonio. Al parecer me había visto en la mañana que llegué  (yo ni sabía de su existencia) y algo había mencionado a su familia porque cuando me fui a despedir a la bodega y dar las gracias para comenzar mi descenso a la capital del distrito más cercano (donde estaba mi hotel) comenzó el calvario. Empezaron a hablar de lo buen partido que era el sobrino, de lo tanto que lo había impresionado, y de que deberíamos considerar conocernos para luego formar una familia y tener hijos....¡Y recién lo había conocido ese día y en ese momento! Realmente no entendía nada y pensé que era una broma hasta que el chico se paró y se acercó a mí, prácticamente a declararse con palabras que no llegué a procesar porque estaba en un estado de "Estos no puede estar pasándome a mí".

Con una sonrisa y una disculpas me retiré del lugar.


Reunión de las mujeres de la comunidad 
¿Se imaginan cada recreo rodeados de tremenda belleza?

III
Perdidos
Finalmente, recuerdo claramente esa vez en que me di cuenta que si tenía un accidente que necesitara tratamiento urgente probablemente moriría antes de llegar al pueblo más cercano a atenderme. 

Los caseríos en Cajamarca NO tienen carreteras o caminos asfaltados. Tampoco un trasporte constante que conecte a los centros poblados o una posta de salud cercana. Puedes subir a las 4am con el camión que recoge las leches de los ganaderos y bajar al medio día también con ellos. A veces, los profesores de las primarias tienen una movilidad especial con la que bajan junto con algunos de la comunidad, máximo a las 2pm. Luego de eso no hay un alma que se movilice. 

Y DIOS sabe por qué mi jefe decidió realizar una entrevista que duró más tiempo del previsto. Terminó a las 3:30pm, más o menos, y con todo y mochilas de viajes incluidas, se decidió a bajar al centro poblado más cercano para no retrasar el cronograma. 

Caminamos. DIOS, claro que caminamos hasta que me sangraron los pies. Nunca había caminado tanto en mi vida y si no fuese porque nos encontramos con una familia de pobladores que también bajaban entonces creo que no hubiésemos vivido para contarlo. Ellos nos llevaron por sus atajos, caminos de trocha que para nosotros eran irreconocibles y que si bien hicieron que mis rodillas sufrieran y temiese por mi vida, acortaron nuestro camino un par de horas.

No obstante, oscureció, los perros ladraban, ningún alma parecía querer asomarse por el lugar y la carretera más cercana parecía todavía un fideo desde la distancia. Mis rodillas parecían querer partirse y mis pies ardían. En ese momento el señor que nos acompañaba, héroe de mi vida, dijo que iba a correr para tratar de encontrar a algún carro que pudiera recogernos y aliviar nuestros sufrimientos  porque eran ya casi las 9:00pm y no parecía que estuviésemos cerca. 

Luego de media hora caminando y conversando con la señora y su hija pequeñas, a la distancia vimos una luz de un carro en retroceso. En la parte trasera de la camioneta nos saludaba el señor con un grupo de gente. Al tirar las dos mochilas que cargaba en la maletera y treparme a la parte trasera del carro me sentí la persona más feliz sobre la faz de la tierra. 

Con el aire acariciando mis mejillas, la naturaleza pasando rápidamente ante mis ojos, las estrellas iluminando mi camino. El mundo volvía a ser hermoso de nuevo.

Aquí fui a una feria ganadera donde se vendían, evidentemente, ganado. Casi me compro un ternerito adorable, pero era imposible llevármelo luego a Lima.
Pese a que en el mapa los centros poblados parecen estar cerca, muchas veces no hay vías de comunicación que los conocte más que caminos en trocha precario. Por ello lo que parece que sería un viaje de 20 minutos, en realidad termina tomando 3 o más horas, pues tienes que subir y bajar montañas en caminos zigzagueantes. 

1 comentario:

  1. Jajajajaja ¡Lo que me he reído!
    Gracias por compartir tus anécdotas(?) Debiste pasarlo mal por ratos. Aunque hay que verle el lado positivo: ahora ya tienes historias que contar a tus niet@s, :).

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