Huyamos, por favor

8 de enero de 2017


Diario de sueños #2 

Un sueño de una noche de invierno.



1.
Las lágrimas no paraban de caer y bañar mis mejillas mientras que los hipidos que luchaba por calmar - sin éxito alguno - no hacían más que causarme un mayor desasosiego. Me sentía desorientado, pero sobre todo desamparado. Los tanques y soldados que desfilaban delante de mis ojos no hacían más que causar en mí una repulsión tan profunda que me era imposible controlar el temblor de mi cuerpo, el cual se encontraba recostado sobre una pared que había sobrevivido a las explosiones que habían azotado la ciudad. 

Estaba solo en aquellas calles que solo dejaban ver destrucción. Estaba solo en un país que no era el mío y con personas que, probablemente, nunca me considerarían uno de ellos. Mi piel blanca y mi cabellera de un color rubio casi platinado, contrastaba claramente con la piel color canela y cabellos ébano de los soldados y cuerpos inertes que se encontraban rodeándome. Mis padres habían muerto y yo debí de acompañarlos. Sin nada ni nadie a quien acudir pensé que lo mejor hubiese sido que la violencia que destruyó la ciudad también me hubiese destruido a mí. Me hubiese aliviado el dolor. Oculté mi cara entre mis rodillas y simplemente deseé desaparecer.

Cuando alcé de nuevo la vista, unos ojos café me miraban fijamente. Una niña, tal vez de mi misma edad, me observaba con curiosidad. Atrás de sus faldas se encontraba un pequeño, de aproximadamente unos cuatro años, mirándome también con algo de miedo. Me quedé observándola también, fijamente, hasta que su voz llegó a mis oídos – “¿También te quedaste solo?” -  logré entender con dificultad. La miré por unos segundos más antes de asentir con la cabeza mientras batallaba por que el picor que sentía en los ojos desapareciera. Ella se acercó a mí lentamente, mientras el pequeño que se encontraba todavía fuertemente agarrado de sus faldas, la siguió sin chistar. Ambos se sentaron a mi lado y permanecimos callados por un tiempo, observando a los soldados y tanques seguir pasando delante de nuestros ojos. 

No sabía cuánto tiempo pasó hasta que su mano tomó la mía fuertemente. “Vamos” – me dijo mientras se paraba bruscamente y me jalaba con ella. Al igual que el pequeño niño que tenía sujeto de la otra mano, la seguí sin chistar.

2.  
El trabajo que desempeñaba para el hermano mayor era el de cuidar que las mujeres de la banda cumplieran su trabajo y que los clientes que las solicitaban pagaran. Mi apariencia hacía que los clientes extranjeros se sintiesen más cómodos y que los locales me miraran con cierto recelo y respeto. Tal vez por eso el hermano mayor me encargó este trabajo desde tan temprana edad. Lo odiaba.

Sentado en mi auto, me encontraba esperándola. Un sujeto, extranjero, salió del local y mientras se arreglaba el traje se acercó a mí con una gran sonrisa. “Una dulzura. Volveré.” – Atinó a decir  mientras me extendía unos billetes.  Los tomé sin inmutarme.

Pocos minutos después, ella salió. Vestida con un sari rojo y bordados dorados, la vestimenta que normalmente solían solicitar algunos extranjeros que buscaban esa experiencia exótica, se subió al auto. “Vamos”. Inmediatamente encendí el auto. Mientras avanzábamos por las calles mi mirada se perdió en su imagen reflejada en el espejo retrovisor.  Era hermosa. 

¿Cómo habíamos terminado así? No era gran sorpresa que, niños huérfanos, hubiesen terminado en las manos de un grupo de mal vivir. Comida, abrigo, un techo y, claro, una deuda que pagarías prácticamente toda tu vida. Robar, estafar, matar, nada había sido fácil en un inicio pero uno terminaba acostumbrándose. A ella, evidentemente, le había tocado la peor parte. 

Detuve el auto y sus ojos se posaron en mí detonando cansancio –“Por favor, no comencemos con…” – No la escuché y, nuevamente, volví a implorárselo – “Escapemos. Tengo contactos en el extranjero, sé que puedo sacarte a ti y a Aryam de aquí. Los tres, juntos, como siempre.” –No recibí respuesta – “Te amo” – murmuré – “Te amo demasiado” –Pude ver cómo sus ojos rehuyeron los míos –“Y sé que tú también me amas. No sé qué te haya dicho Sohan pero nada nos pasará, te protegeré con mi vida y viviremos la vida que merecemos, juntos”- Vi como su labio inferior temblaba ligeramente y como parecía tratar de controlar las lágrimas.

“No me pidas eso. No podemos. No…” – No se atrevía a alzar la mirada. Rápidamente me pasé al asiento de atrás, junto a ella, quien parecía cada vez más incómoda –  “Claro que podemos, confía en mí” – La tomé de la mano, tal como ella lo había hecho años atrás –“Te amo” – volví a decir, esta vez más fuerte, mientras sujetaba con más fuerza su mano, la cual luchaba por zafarse de la mía –“Yo…” –calló  por unos segundos – “Estoy sucia, yo no…” – Ya habíamos tenido esta conversación, siempre que intentaba tocarla. – “No me importa” – la cogí del rostro – “No me importa” – repetí – “Huyamos, te lo suplico” – Sus ojos café me miraron fijamente y, de improviso hizo algo que no hacía hace mucho tiempo, me abrazó fuertemente. Su figura se acopló perfectamente entre mis brazos. Permanecimos así varios minutos, simplemente abrazados, sin decir una palabra.

– “Lo siento” – fue lo último que escuché de ella mientras rápidamente se bajaba del auto y empezaba a correr hacia la oscuridad

Me desperté.


NOTAS:

Bueno, básicamente fue un sueño extraño. Puedo sacar del sueño que mis padres eran médicos europeos que fueron a ayudar, a manera de voluntariado, a una zona azotada por la violencia en algún lugar del Medio Oriente. Murieron cuando la ciudad en la que residíamos fue atacada. Me quedé huérfano y fue allí en donde conocí a esta chica y su pequeño hermano. Su nombre desapareció de mi memoria cuando me levanté, así que es un misterio para mí. Vivimos en las calles hasta que caímos en las manos de este grupo medio mafioso, el cual nos obligó a trabajar para ellos. El sueño tuvo un salto temporal, en donde me vi más grande (18 – 20 años) y en donde, también, era un proxeneta. Una de las chicas que tenía que cuidar era ella. Todos los días le proponía huir, juntos, salir de ese mundo. Pero ella, por alguna razón extraña no aceptaba, pese a que sabía que el sentimiento era correspondido. Era triste. Fue un sueño fascinante, de los más vívidos de este año. Está en mi TOP Onírico 2016.

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