Diario de sueños #2
Un sueño de una noche de invierno.
1.
Las lágrimas
no paraban de caer y bañar mis mejillas mientras que los hipidos que luchaba
por calmar - sin éxito alguno - no hacían más que causarme un mayor desasosiego.
Me sentía desorientado, pero sobre todo desamparado. Los tanques y soldados que
desfilaban delante de mis ojos no hacían más que causar en mí una repulsión tan
profunda que me era imposible controlar el temblor de mi cuerpo, el cual se
encontraba recostado sobre una pared que había sobrevivido a las explosiones
que habían azotado la ciudad.
Estaba
solo en aquellas calles que solo dejaban ver destrucción. Estaba solo en un
país que no era el mío y con personas que, probablemente, nunca me
considerarían uno de ellos. Mi piel blanca y mi cabellera de un color rubio
casi platinado, contrastaba claramente con la piel color canela y cabellos
ébano de los soldados y cuerpos inertes que se encontraban rodeándome. Mis
padres habían muerto y yo debí de acompañarlos. Sin nada ni nadie a quien
acudir pensé que lo mejor hubiese sido que la violencia que destruyó la ciudad
también me hubiese destruido a mí. Me hubiese aliviado el dolor. Oculté mi cara
entre mis rodillas y simplemente deseé desaparecer.
Cuando
alcé de nuevo la vista, unos ojos café me miraban fijamente. Una niña, tal vez
de mi misma edad, me observaba con curiosidad. Atrás de sus faldas se
encontraba un pequeño, de aproximadamente unos cuatro años, mirándome también con
algo de miedo. Me quedé observándola también, fijamente, hasta que su voz llegó
a mis oídos – “¿También te quedaste solo?”
- logré entender con dificultad. La miré
por unos segundos más antes de asentir con la cabeza mientras batallaba por que el
picor que sentía en los ojos desapareciera. Ella se acercó a mí lentamente,
mientras el pequeño que se encontraba todavía fuertemente agarrado de sus faldas,
la siguió sin chistar. Ambos se sentaron a mi lado y permanecimos callados por
un tiempo, observando a los soldados y tanques seguir pasando delante de nuestros
ojos.
No
sabía cuánto tiempo pasó hasta que su mano tomó la mía fuertemente. “Vamos” –
me dijo mientras se paraba bruscamente y me jalaba con ella. Al igual que el
pequeño niño que tenía sujeto de la otra mano, la seguí sin chistar.
2.
El
trabajo que desempeñaba para el hermano mayor era el de cuidar que las mujeres
de la banda cumplieran su trabajo y que los clientes que las solicitaban
pagaran. Mi apariencia hacía que los clientes extranjeros se sintiesen más
cómodos y que los locales me miraran con cierto recelo y respeto. Tal vez por
eso el hermano mayor me encargó este trabajo desde tan temprana edad. Lo
odiaba.
Sentado
en mi auto, me encontraba esperándola. Un sujeto, extranjero, salió del local y
mientras se arreglaba el traje se acercó a mí con una gran sonrisa. “Una
dulzura. Volveré.” – Atinó a decir mientras
me extendía unos billetes. Los tomé sin
inmutarme.
Pocos
minutos después, ella salió. Vestida con un sari rojo y bordados dorados, la
vestimenta que normalmente solían solicitar algunos extranjeros que buscaban
esa experiencia exótica, se subió al auto. “Vamos”. Inmediatamente encendí el
auto. Mientras avanzábamos por las calles mi mirada se perdió en su imagen
reflejada en el espejo retrovisor. Era
hermosa.
¿Cómo
habíamos terminado así? No era gran sorpresa que, niños huérfanos, hubiesen
terminado en las manos de un grupo de mal vivir. Comida, abrigo, un techo y,
claro, una deuda que pagarías prácticamente toda tu vida. Robar, estafar, matar,
nada había sido fácil en un inicio pero uno terminaba acostumbrándose. A ella,
evidentemente, le había tocado la peor parte.
Detuve
el auto y sus ojos se posaron en mí detonando cansancio –“Por favor, no
comencemos con…” – No la escuché y, nuevamente, volví a implorárselo – “Escapemos.
Tengo contactos en el extranjero, sé que puedo sacarte a ti y a Aryam de aquí.
Los tres, juntos, como siempre.” –No recibí respuesta – “Te amo” – murmuré – “Te
amo demasiado” –Pude ver cómo sus ojos rehuyeron los míos –“Y sé que tú también
me amas. No sé qué te haya dicho Sohan pero nada nos pasará, te protegeré con
mi vida y viviremos la vida que merecemos, juntos”- Vi como su labio inferior
temblaba ligeramente y como parecía tratar de controlar las lágrimas.
“No
me pidas eso. No podemos. No…” – No se atrevía a alzar la mirada. Rápidamente
me pasé al asiento de atrás, junto a ella, quien parecía cada vez más incómoda –
“Claro que podemos, confía en mí” – La tomé
de la mano, tal como ella lo había hecho años atrás –“Te amo” – volví a decir,
esta vez más fuerte, mientras sujetaba con más fuerza su mano, la cual luchaba
por zafarse de la mía –“Yo…” –calló por unos segundos – “Estoy sucia, yo no…” – Ya
habíamos tenido esta conversación, siempre que intentaba tocarla. – “No me
importa” – la cogí del rostro – “No me importa” – repetí – “Huyamos, te lo
suplico” – Sus ojos café me miraron fijamente y, de improviso hizo algo que no
hacía hace mucho tiempo, me abrazó fuertemente. Su figura se acopló
perfectamente entre mis brazos. Permanecimos así varios minutos, simplemente
abrazados, sin decir una palabra.
– “Lo
siento” – fue lo último que escuché de ella mientras rápidamente se bajaba del auto
y empezaba a correr hacia la oscuridad
Me desperté.
NOTAS:
Bueno, básicamente fue un sueño extraño. Puedo sacar del
sueño que mis padres eran médicos europeos que fueron a ayudar, a manera de
voluntariado, a una zona azotada por la violencia en algún lugar del Medio
Oriente. Murieron cuando la ciudad en la que residíamos fue atacada. Me quedé
huérfano y fue allí en donde conocí a esta chica y su pequeño hermano. Su
nombre desapareció de mi memoria cuando me levanté, así que es un misterio para
mí. Vivimos en las calles hasta que caímos en las manos de este grupo medio
mafioso, el cual nos obligó a trabajar para ellos. El sueño tuvo un salto
temporal, en donde me vi más grande (18 – 20 años) y en donde, también, era un
proxeneta. Una de las chicas que tenía que cuidar era ella. Todos los días le
proponía huir, juntos, salir de ese mundo. Pero ella, por alguna razón extraña
no aceptaba, pese a que sabía que el sentimiento era correspondido. Era triste. Fue un sueño fascinante, de los más vívidos de este
año. Está en mi TOP Onírico 2016.
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